Vigésimoprimera jornada, esta vez en sábado y en un campo... peculiar. Ya no por su ubicación que, aunque recóndita, se pudo llegar a la primera gracias a Kike. Nos referimos más bien a su composición y distribución de elementos. A saber, 70% de hierba natural sin cortar y 30% de arena -compacta al comenzar el partido, de playa al terminarlo-. Según la zona del campo (áreas pequeñas y centro del campo) podía variar esta proporción hacia un 100% arena de playa. Y todo eso por no hablar de que el campo estaba rodeado por una raída e intermitente verja carcelera y unos floreados desniveles bastante curiosos. Junto a éste campo, se podía contemplar el ya mítico campo donde Nacho nos deleitó con uno de los más famosos gritos que nunca se hayan escuchado en un partido de La Cancha.
Las ausencias en esta ocasión fueron de Barny y Xavi añadiendo a Roge. Formación inicial para Mariano, Andrés, Mike, Juan, Óscar, Kike y Alberto. Gus en la recámara. El partido no era para florituras precisamente. El césped alto frenaba cualquier balón raseado, los controles eran complicados debido a los botes y a la trayectoria errática que cogían. Aún así, el tridente ofensivo estuvo activo y se hilaban jugadas con cierto peligro aunque sin claridad de cara a puerta. Andrés y Juan apoyaban en bandas, y Miguel, inmenso durante todo el partido se hizo dueño y señor de la zona defensiva por alto, por bajo y en cualquier balón dividido. Mariano habitaba los palos sin sobresaltos salvo alguna jugada en la que se veía obligado a adelantarse para hacerse con la bola. Sobre los 15 minutos de juego, en una recuperación, Juan salió rápido y en vertical con el esférico de frontal a frontal, y provocaba una falta a favor. En primera instancia, Alberto sacaba directo a puerta, con rechace de la defensa local. Hubo que repetirlo por movimiento previo de la barrera antes de que el balón estuviera en juego. En esta ocasión fue Kike quien pegó. Baja y colocada evitando la barrera, la clavó en el palo del portero, que no pudo hacer nada para evitar la inauguración del marcador. Según se acercaba el descanso, Andrés se fue adueñando del mediocampo en sustitución de Óscar, haciendo valer su mejor condición física sobre cualquiera que pasara por allí. En el plano ofensivo todo pasaba por botas de Alberto y Kike. El primero con ocasiones encarando la portería en corto y el segundo con un par de zapatazos que, aunque potentes, no iban bien dirigidos. Justo antes del descanso llegó el susto en una falta directa en contra que Mariano paró en dos tiempos en una buena actuación.
La única foto de Kike con el traje blanco que he encontrado. Curioso. Ya tras la reanudación se nos planteó el mismo problema habitual de todas las segundas partes. El bajón físico se empezó a notar. Se fueron diluyendo las bandas, y se podría decir que el equipo se redujo a Mike, que sacaba absolutamente todo, y a los dos delanteros que en ese momento estuvieran sobre el campo. Andrés apuntaló la defensa con innumerables recuperaciones, y el ataque que tenía que soportar La Cancha no sufrió complicaciones mayores que los balones largos. En el área contraria, mientras tanto, Kike al rematar en el segundo palo estrelló el balón en el larguero tras un bote raro (maldita arena) y jugada por banda derecha hasta línea de fondo de ¿Óscar? ¿Andrés? (no recuerdo). Y como suele suceder en estos casos, si no la metes tú, te la meten a tí. En una jugada extrañísima, con varios despejes consecutivos pero que no acababan de ser contundentes por parte de Gus y Miguel, el balón salió disparado hacia arriba justo sobre la línea del área. Juan se quedó clavado y delegó responsabilidades en Mariano, Mariano se quedó clavado y delegó responsabilidades en Juan, Óscar gritó algo, Mike también, todos mirando la bola mientras los tacos de las botas parecían pesar toneladas y, entre pitos y flautas, el balón estaba a ras de suelo, a punto de caramelo para que uno de los suyos lo empalmara fusilando a Mariano. Aún había tiempo para volver a ponerse por delante y el partido se volvió frenético. Miguel remató varios centros a balón parado. Alberto forzaba córners y faltas que acabaron en nada. Óscar probó con directos a puerta. Y Miguel, casi sobre la bocina, controló de espaldas a portería con el aliento de su marcador en la nuca, se revolvió y sacó un disparo colocado y a media altura que hizo volar al portero rival. Fue la ocasión más clara del partido para romper la igualada, pero no cambió nada. Al final 1 gol y 1 punto para cada uno. Visto lo visto y, barriendo para casa, injusto: tuvimos 3 ocasiones clarísimas (entre otras muchas) y sólo marcamos 1 gol; tuvimos 1 error y encajamos 1 gol.
El terreno de juego.
Lo bueno: Miguel y el partidazo que hizo. Andrés estuvo más discreto que otras veces a nivel individual pero estuvo enorme recuperando balones.
Lo malo: El gafe. Creemos que la culpa podría ser de Álex y sus continuas irreverencias hacia todo lo divino y extraterrenal, que en señal de venganza hacen inútil todo esfuerzo por nuestra parte.